¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! Cantaban los tres cerditos mientras el pobre cachorrillo se dejaba los pulmones soplando y soplando sin saber que iba a volver al bosque con el estómago vacío y el orgullo maltrecho.
A veces, echo de menos esa perseverancia de los villanos de los cuentos infantiles que les daba ese aspecto naíf y entrañable dentro de su maldad. Como el infeliz coyote que no se cansa de intentar merendarse al correcaminos, con nuestro diseño de hoy, recuérdale al mundo que por muchas paredes de ladrillos que se levanten en tu contra, ahí estarás tu para soplarlas todas tantas veces como haga falta.
Hasta pronto !!!
Qué señorito es el lobico.
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